domingo, 18 de mayo de 2014

Comuni...c...a...

A veces tiene esas tardes. O esos medio días. O esos días, o incluso y de vez en cuando algunas noches que suelen alargarse hasta la madrugada. Solo a veces, aunque esas veces son cíclicas.

No os a pasado nunca que no vale la pena vivir más porque ya sabes que lo tienes todo hecho? vale, puede ser y seguramente no os haya pasado, o solo pasa en las películas, pero me refiero a esos silencios sin palabras, incluso sin susurros, esos bienestares de tener alguien ahí al lado, o no tan cerca, pero a sabiendas de que está, que es presente y que no hace falta un mero hecho comunicativo para saber que está; se le siente.

La comunicación, en sus distintas vertientes, a avanzado mucho, y disponemos de distintos soportes. Evolucionamos del Messenger, al chat del Kazaa, al hispachat, al chat del facebook, al WhatsApp i al Telegram... y vete tu a saber que más cosas hay para comunicarnos con alguien que está "cerca". Esa cercanía supongo que se puede y debe medir en cierta manera. Hay kilómetros, pulgadas, minutos, comidas y cenas, siestas... un sin fin de artilugios o barras de medir que marcan el tiempo y la distancia que se ejercitan en la comunicación.

Vale, no me pilláis. Es sencillo. No siempre que haya alguien ahí, esté cerca o lejos, es obligatorio mostrar un lenguaje comunicativo para interaccionar. El ser humano necesita actos y reflejos para reaccionar a las sensaciones y optimizar sus percepciones. La atención suele jugar en otra liga y sacar a pasear a la memoria no suele ser conveniente a veces.

Vaya, que no es "obligatorio" TENER QUE hablar, interactuar, comunicar, relacionarse o el verbo que se prefiera con alguien al que se te supone y une un vínculo de algún tipo. El "hablar por hablar" es tan nocivo como a ignorancia, la falsa espera o los palabras vacías. No, no es necesario forzar nada, ni intercambiar nada de nada.

Tú sabes que ahí detrás, en tu distancia que más prefieras, hay alguien dispuesto a no importarle que no ejercites la comunicación escrita (haciendo referencia a la mayoría de aplicaciones que he nombrado antes) para que haya precisamente eso, comunicación. Ya está, es suficiente con la improvisación, la buena anécdota o el simple y llano silencio que ayuda a relajarse y calmarse... e incluso algunos dirán a entrar en trance con la otra persona.

Da igual, sea como fuere, estamos hechos para comunicar, pero las formas son tan personales que la exigencia del contacto continuo es precisamente eso, una exigencia que perturba la inocencia y la improvisación vista.


Ah, pasaba por aquí, por aquello de comunicar algo, aunque me exprese mal. Ya es eso.