Recuerda de qué color era la luz del día que la conoció, pues no sabe el
motivo pero siempre se acuerda de la primera vez que vio a las personas
que han terminado trascendiendo en su vida. No hacía frío. Recuerdo
perfectamente como iba vestida: chaqueta lila y pantalones color carne.
Me encantaba, me encantó
Sólo había oído hablar de ella a
través de su mejor amigo de la infancia que, a su vez, resultaba ser mi
mejor amigo de entonces. Quedamos, un día como hoy de hace ya 6 años,
los cuatro: mi amigo, ella, su amiga y yo. Yo fui de rebote. Supongo que
intervino la casualidad o quizás las ganas de conocer y romper con la
negra y sus sucios juegos.
Cuando me iba acercando al punto de
encuentro vi a una chica con media melena castaña, mirada de
desconcierto, bonitos ojos, con poca estatura y mucha curiosidad. Era
ella. Por primera vez experimenté algo que nunca antes (ni después)
había experimentado. Dicen que fue un flechazo instantáneo. Lo
corroboro. Empezamos a andar y a hablarnos; miento, solo hablaba ella y
mucho. Me aliviaba. Estaba muy nervioso, pero seguía su ritmo ligero.
Seis
menos cuarto, llegábamos tarde a entrenar y ellas llegaban tarde a sus
clases de música. Tímidamente, juramos volvernos a ver, a seguir en
contacto y precisamente es eso lo que nos fallo. Pese a todo fue un
bonito inicio.
Era como tener la presión de un tren a vapor
en mi cabeza. En realidad me daba igual porque sabía que saliendo de mi
habitación estaría esa puerta de la timidez que decía que habláramos en
silencio y a esa persona que se acababa de cruzar en mi camino no
necesitaba más que mi mirada para ayudarme a revolverlo todo.
Desahogando todo lo ahogado anteriormente por miedo a la decepción por
la incomprensión, por falta de observación, por las malas artes de la
negra. Supongo que para ella fue como tener la sensación de tirarse al
mar desde las rocas y que por muy altas que estuvieran sabía que nunca
tocaría fondo, una mágica distorsión de la realidad.
y tú lo sabes
la#11
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